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Historia de la linterna

La tenemos a mano siempre por si se produce un apagón, en la guantera del coche para cualquier emergencia, o simplemente para hacer el ganso con ella, que de todo hay en la viña del Señor. Es la linterna, uno de esos inventos cuya historia merece la pena contar. ¿Te apetece leerla? Comenzamos dos líneas más abajo…

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Conrad Huber.

1890. Una década antes de que el siglo XIX se marchara aplastado por la enorme presencia del XX, Conrad Huber, un emigrante ruso, experimentaba con todo lo que tenía a su alcance: alfileres de corbata eléctricos, macetas eléctricas… Algo bullía en su cabeza. Eso, y que desde 1866 ya existían las baterías, por obra y gracia del francés George Leclanche, y las bombillas incandescentes de Thomas Alba Edison. La cosa estaba en dar con un artilugio que diera luz en condiciones de oscuridad y que fuera portátil. Ahí es nada.

Huber dio con la tecla y consiguió crear las primeras linternas portátiles de mano a partir de papel grueso y tubos de fibra que incorporaban una bombilla y un reflector de latón basto. Pero con un pero bastante grande: además de su tamaño, nada que ver ni por asomo con las actuales, únicamente producían un breve destello de luz, por lo que se las denominó tal y como se las conoce, es decir, luz de flash o flashlight. Aún así, este emigrante ruso olfateó que ahí había negocio y creó la American Ever-Ready a finales de siglo. Ni que decir que se forró, porque en 1906 vendió la mitad de sus intereses a la National Carbon Company por 200.000 dólares. Un pastizal para la época. Y a partir de ahí…

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La historia de la tecnología de la linterna dio un salto cualitativo en 1910, con la introducción de los tubos niquelados para complementar la fibra vulcanizada y la invención de la bombilla con filamento de tungsteno. Estas linternas portátiles se hicieron tan populares que en 1916 se convirtieron en un objeto personal casi esencial. La publicidad de la época la vendía así: “La luz que no parpadea con las corrientes de aire, no se apaga con el viento y se controla de forma instantánea mediante presión del dedo. Es la luz que todo el mundo necesita”. Su inventor, un crack del marketing, porque lo clavó.

En las siguientes décadas vinieron nuevas innovaciones y materiales, pero el espíritu original pervive, porque la linterna sigue siendo lo que es, un objeto que da vida a las cosas con su luz. Así, hoy prácticamente no hay casa que no posea alguna linterna. Por algo será…

Fuente: Energizer

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